18.9.03

Opinión pública pensante

Me gusta más leer que escribir. Si escribo es para leer. Tiro la pelota desde este periódico y algunos me la habéis devuelto. Me alegra, estéis o no de acuerdo conmigo. Yo no pretendo ser una fábrica de verdades absolutas. Sé que la vida no es blanca o negra. El fundamentalismo está en otra acera, no en la mía.

La semana pasada un anónimo emisor me decía: “Es evidente que no quedó usted muy satisfecho con los resultados de las últimas elecciones del 25 de mayo; es más, yo me atrevería a decir que incluso le jodieron, y es algo que todavía le escuece, bastante”. Me quedé helado. No he sido capaz, me dije, de expresar nítidamente mis ideas. Aplaudo la decisión del electorado carmonense y me dicen que los resultados electorales me “fastidiaron”. Defiendo en más de un artículo la necesidad de profundizar en la consecución de una auténtica Democracia local y me acusan de lo contrario, de deteriorarla. Intento resaltar algunos de los síntomas que revelan la grave enfermedad de nuestra convivencia cívica y me tachan de asesino de la Democracia.

He reflexionado y, aunque no he sido capaz de llegar a todos vosotros con claridad, puedo darme por satisfecho. Con mis intervenciones en este periódico pretendía, más que parabienes y agasajos a mi persona, fomentar la discusión social, el debate ciudadano. A pequeña escala, ha ocurrido. Muchos hemos recobrado el desinteresado interés por la política local. Sí. Esa política de la que nos acordamos sólo cuando truena (cuando nos llega la carta de pago de “la basura” o cuando nos quedamos “atascados” con el coche en la calle San Pedro. Y muchos hemos comprendido que la cultura política no está ahí afuera como la Naturaleza (Como el agua en la playa de Malascañas o los pinsapos en Grazalema). Muchos hemos recordado que el contrato social (los mecanismos políticos de autogestión de la convivencia en las sociedades humanas) ha sido firmado por los hombres (sólo los hombres) y por ellos (y ahora también las mujeres) puede ser transformado en una continua búsqueda de mejoras en el bienestar del conjunto de la ciudadanía. Y como elemento vertebrador de nuestra Democracia, el partido político adquiere la relevancia máxima en esa búsqueda de bienestar.

Así, partidos inoperantes, Democracia resquebrajada. De ahí que una de mis principales objetivos haya sido intentar hacer ver que la convivencia carmonense necesita del fortalecimiento de la agrupación socialista. Carmona necesita de la multiplicidad de opiniones en su discurso político. Dejar en manos de una o de pocas personas el porvenir de nuestra ciudad hará sonar las alarmas de la falta de creatividad al instalarse en nuestra ciudad un pensamiento único. Hasta ahora el proyecto de la Carmona de Martín Recio no ha ido mal (del todo). ¿Y cuándo no nos guste tanto? Quedará alguna voz que pueda alzarse en su contra.

Decía Ortega y Gasset que “la autoridad se funda siempre en la opinión pública. Y es que desde siempre la opinión pública es la fuerza radical que en las sociedades humanas produce el fenómeno de mandar. Mandar es sentarse. No es cuestión de puños sino de posaderas. No se puede mandar contra la opinión pública”. En Carmona la opinión pública pensante casi no existe. He visto como Martín Recio le ha ido dando ideas ya masticaditas, sin darle tiempo a la reflexión (acción del pensamiento humano a la que no está acostumbrada nuestra opinión pública). En mis años de charlas he observado que la mayor parte de los hombres (y mujeres) no tiene opinión propia sobre los asuntos públicos, les viene de fuera a presión. Si escribo en el periódico es para contribuir modestamente a crear una opinión pública pensante. No a introducir nuevas ideas en las cabezas (huecas), sino a resaltar que hay más formas de entender la convivencia carmonense, no sólo la oficial de los partidos políticos. La ciudadanía debe protagonizar su vida. Entre todos los ciudadanos debemos conseguir una opinión pública capaz de elegir entre multitud de mensajes dispares. Os animo a escribir en el periódico. O a que me enviéis vuestras ideas a través del correo electrónico.

Quien tiene difícil poner a su favor a la opinión pública es Montaño, la secretaría general de la debacle socialista en Carmona. Mañana, en la primera reunión con la militancia después de su fracaso electoral, podrá acallar a la mayoría de las voces internas, pero la Carmona socialista seguirá reclamando una renovación real del PSOE. La militancia socialista no puede seguir empecinada en su error. Apoyar la continuidad por más tiempo de Montaño y su equipo de colaboradores es alargar la agonía del socialismo local.

Montaño, recuerda lo que decía Ortega y Gasset: “No se puede mandar contra la opinión pública”.

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