7.4.07

Semana Santa

Cómo está el cielo de Huelva. Ésta ha sido la pregunta de la semana, la santa. No lloraba nada yo de vuelta a casa el primer año que me quedé sin salir “de nazareno” por culpa de la lluvia. Todo el mundo esperaba el milagro. La iglesia abarrotada de nazarenos, de costaleros y de señores y señoras muy emperifollados con sus medallas en el pecho, y todos esperanzados en que el diluvio que soportábamos desde hacía una semana cesara de repente por obra y gracia del Espíritu Santo. Salíamos a las 6 de la tarde, eran las 9 y todavía seguíamos mirando al cielo mientras la Junta de Gobierno reunida le preguntaba una y otra vez al “meteorólogo” del aeropuerto de San Pablo si descampaba o no. Eso es tener fe.

Aquel año, la que era “mi hermandad” (eso creía yo) no salió. (Bueno no salió en su día, sí unos más tarde). A mis pocos años no entendía como Dios podía boicotear una celebración dedicada a él mismo. Y, encima, no podía entender que castigara a mi madre, con lo que le había costado a la “pobre” arrancarle la cera del año anterior a la túnica con papel de estraza mientras la planchaba.

Ese día comenzó mi trayectoria agnóstica. En años posteriores, mi alejamiento de la hermandad, en principio, y de las cofradías, en general, se reforzó a medida que me convertí en un hombre con conciencia social: tras el recorrido procesional a los costaleros se les “daba” menudo, que comían tirados en las aceras de la calle, al mismo tiempo que los miembros de la Junta de Gobierno cenaban, con sus respectivas parejas, en el interior de la casa hermandad sentados en una mesa en la que no faltaban el jamón y las gambas. Esta desigualdad social en el seno de una hermandad de penitencia me alejó para siempre de las cofradías y de los rituales humanos. Comprendí que estaba situado en una red de intereses personales, eso sí, aderezada de manera tan hipócrita que de cara a la calle nadie era capaz de destapar la sangrante falsedad que se alojaba en muchos de los corazones de los llamados “hermanos”.

Aquello me ayudó a descubrir que en lo referente a la moral y los valores humanos hay algo más que cristianismo y sus celebraciones. La creencia en Dios es voluntaria. Muchos hemos llegado a no creer ni en el hombre. La Semana Santa de Carmona, como la de Sevilla o la de cualquier otro lugar del planeta, no es más que una celebración inventada por el hombre para el hombre. Antes del hombre no había cultura y no existían los consejos de hermandades que tanto mandan, los hermanos mayores que tanto mandan, los capataces que tanto mandan, los monaguillos, los nazarenos, los penitentes, los crucificados, las dolorosas, las estaciones de penitencia... Ni siquiera el Cura de Santa María.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Serrano, me alegra volver a leerte.
Saludos, ANA.

Serrano dijo...

Hola, Ana. Me alegra volver a leerte.

Anónimo dijo...

Yo tambien me dí cuenta...
tarde, pero me dí cuenta que en todo esto de la Semana Santa y las hermandades es errónea la palabra "HERMANOS", creo que es una mal traducción consciente, la correcta es "PRIMOS"

Anónimo dijo...

A mi me gusta y la disfruto.

Serrano dijo...

Primos somos los demás, Natas... ellos son hermanos

Anónimo dijo...

que fuerte me parece serrano, dedicate a otra cosa y dejanos disfrutar de nuestra semana santa igual que tu disfrutas criticandonos.

Anónimo dijo...

Se puede ser mas tonto que el tal Serrano este????????????????????????????????????????creo que no, jajaja.

Hasta luego "primo"

Serrano dijo...

Algún fundamentalista anda suelto por internet...

¿Quién no deja que se disfrute de la semana santa?

Lamento profundamente que gente de Carmona (?) siga atacando a las personas que no piensan como ellos. Afortunadamente, cada vez son menos.

Anónimo dijo...

AY, Ay, Ay, con la Iglesia y los posturitas hemos topao!!!!!

Anónimo dijo...

Sr. Serrano, no se puede hablar de fundamntalistas, cundo el que no soporta otro punto de vista es usted. Eso si, se sirve a su gusto siempre que quiere, y en todos los temas intenta imponer crispción.
No siempre estoy en desacuerdo con sus reflexiones, de lo contrario no entraria.
Carmona y su gente no son tan malas como las pintamos, intentemos entendernos un poquito, que no nos vendria mal.