9.5.06

La Casilla, por Paco

Hola, Paco:

Te llamo Paco porque aunque nos conocemos poco, Paco, te leo mucho, Paco. Quería darte la enhorabuena por tus artículos, Paco. Me gustan. Tienen forma y contenido, Paco. Sigue así.

No entro a valorar más, Paco. Si entrara no te gustaría, posiblemente. Yo, Serrano, soy un tío de izquierdas algo peleón, Paco, pero desde el anonimato, Paco, con pseudónimo. Escribí, como a lo mejor recordarás, Paco, en el periódico. Ahora lo hago en una blog (ésta). Y voy a escribir sobre ti. Voy a decirle a quien quiera leerme que me gusta cómo escribes, Paco, y muchas veces lo que escribes, menos cuando dejas ver tu vena... facha, Paco.

Saludos, Paco (¿o te gusta que te llamen Francisco?).

La casilla

por Francisco eslava


A los actuales salones de los bajos del Ayuntamiento habría que hacerles un estudio pormenorizado de su historia en uso, con la que de seguro nos quedaríamos pasmados por su versatilidad como espacio multifuncional. Así, a vuela pluma, la última referencia que recuerdo sobre su pertenencia al edificio patrimonial que los acoge en sus entrañas subterráneas nos llega de la mano de nuestro amigo y paisano José María Cabeza, en un interesante artículo titulado "Iglesia del Salvador". En él, se resalta la "reconocida actualidad" de un templo que alberga innumerables actividades culturales a lo largo del año. Pues bien, la otra parte del inmueble que sirve de Casa Consistorial desde la expulsión de los jesuitas, y más concretamente los sótanos, creo que ostenta la supremacía en actualidad de todo el conjunto monumental y me aventuraría a ampliarla a toda Carmona. Puestos a recordar, realicen un pequeño esfuerzo de memoria y verán como superan mis apuntes mentales sobre este lugar tan plagado de connotaciones sociales e históricas. Que yo recuerde, tengo imágenes de la infancia cuando el sitio era por todos conocido como "la casilla"; acepción que nos informa claramente tanto de su tamaño como de su relación con la guarda o la tutela. De esta visión, el retrato viene acompañado con un halo lúgubre y sombrío, de uniformes militares, de mazmorras y de boca del lobo que hacía que apartásemos la mirada de ipso facto. La casilla se le siguió llamando en sus últimos años como Prevención y como local de ensayos de la Banda de Música; tiempos de transiciones que no lograron despejar del ambiente subterráneo aquel tufo penetrante de humedad, por mucho que los jóvenes instrumentistas soplaran los pitos tras las viejas partituras de apasionados pasodobles y sentidas marchas procesionales. Los aires nuevos que corrían en el exterior del edificio y la atmósfera democrática en general hicieron que las celdas pasaran a nivel del suelo y fuesen a parar no muy lejos, esta vez compitiendo con los ventanucos conventuales del Torno de Madre de Dios en un edificio de reminiscencias judiciales y cervantinas. Aquello duraría lo suficiente como para que hasta el Defensor del Pueblo alzara la voz de denuncia y se diera a corto plazo el cerrojazo final.
Esta fue la suerte definitiva de la casilla, que se encontró de la noche a la mañana con la oportunidad de una reconversión definitiva y dejó para siempre a un lado la etiqueta de miserias y penalidades. La rehabilitación del espacio llevó por supuesto al cambio de nombre, llamándose desde entonces "Bajos del Ayuntamiento". Con la salvedad expresa de no disponer de acceso para minusválidos, cuestión a tener en cuenta y en serio por los técnicos municipales, la nueva casilla ha solventado parte del déficit municipal en materia de salas de exposiciones y de encuentros culturales. Sus características fundamentales: localización y enclave patrimonial; hacen de la vetusta prisión un lugar privilegiado en el centro histórico que es requerido por la mayoría de los artistas para mostrar sus obras en la ciudad. En las entrañas del inmueble hemos contemplado esculturas, pinturas, libros, maquetas, manuscritos, pergaminos… Un espacio de encaje de bolillos, que también se han visto con frecuencia en los últimos tiempos. Y no digamos nada de la pluralidad de personajes que albergó en su interior. Por una parte, recuerdo que en su día departí un buen rato con un conocido detenido de etnia gitana que con carácter provisional ocupaba una celda por alboroto y embriaguez; y por otra, en el mismo lugar ya rehabilitado, conocí personalmente a un ministro del gobierno de la nación que se refugió en su interior por una inesperada tormenta. Entre ambos, probablemente haya pasado todo el arco social de Carmona y parte de España con sus correspondientes sinfonías. Hace una semana, por los ventanales de la lonja me llegaba una melodía poco habitual por estos parajes; dudaba si las notas correspondían a una pieza de jazz ¿Cómo? ¿Jazz, blues, swing, bebop, cool, hardbop…en la casilla? No lo podía creer. Para verificarlo, bajé apresuradamente las escaleras casi sin saludar a "Cucurucho", que impertérrito seguía enfrascado en la lectura. Giro a la izquierda y observo una actuación de jazz en directo, y entre los jóvenes espectadores al delegado de Cultura y Patrimonio. Felicidades. Escuché sólo un tema, al más puro estilo de New Orleáns; el suficiente para comprobar que todos los fantasmas del pasado habían volado de una puñetera vez de la casilla.

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