11.4.06

Semana Plural (II)

No lloraba nada yo de vuelta a casa el primer año que me quedé sin salir “de nazareno” por culpa de la lluvia. Todo el mundo esperaba el milagro. La iglesia abarrotada de nazarenos, de costaleros y de señores y señoras muy emperifollados con sus medallas en el pecho, y todos esperanzados en que el diluvio que soportábamos desde hacía una semana cesara de repente por obra y gracia del Espíritu Santo. Salíamos a las 6 de la tarde, eran las 9 y todavía seguíamos mirando al cielo mientras la Junta de Gobierno reunida le preguntaba una y otra vez al “meteorólogo” del aeropuerto de San Pablo si descampaba o no. Eso es tener fe.


Aquel año, la que era “mi hermandad” (eso creía yo) no salió. (Bueno no salió en su día, sí unos más tarde). A mis pocos años no entendía como Dios podía boicotear una celebración dedicada a él mismo. Y, encima, no podía entender que castigara a mi madre, con lo que le había costado a la “pobre” arrancarle la cera del año anterior a la túnica con papel de estraza mientras la planchaba. Ese día comenzó mi trayectoria agnóstica. En años posteriores, mi alejamiento de la hermandad, en principio, y de las cofradías, en general, se reforzó a medida que me convertí en un hombre con conciencia social: tras el recorrido procesional a los costaleros se les “daba” menudo, que comían tirados en las aceras de la calle, al mismo tiempo que los miembros de la Junta de Gobierno cenaban, con sus respectivas parejas, en el interior de la casa hermandad sentados en una mesa en la que no faltaban el jamón y las gambas. Esta desigualdad social en el seno de una hermandad de penitencia me alejó para siempre de las cofradías y de los rituales humanos. Comprendí que estaba situado en una red de intereses personales, eso sí, aderezada de manera tan hipócrita que de cara a la calle nadie era capaz de destapar la sangrante falsedad que se alojaba en muchos de los corazones de los llamados “hermanos”.

Estoy seguro de que aquella “mi hermandad” ha cambiado y que las demás de Carmona ni fueron, ni son así. Sin embargo, aquello me ayudó a descubrir que en lo referente a la moral y los valores humanos hay algo más que cristianismo (y sus celebraciones). La creencia en Dios es voluntaria. Muchos hemos llegado a no creer ni en el hombre. La Semana Santa de Carmona, como la de Sevilla o la de cualquier otro lugar del planeta no es más que una celebración inventada por el hombre para el hombre. Antes del hombre no había cultura y no existían los consejos de hermandades, los hermanos mayores, los capataces, los monaguillos, los nazarenos, los penitentes, los crucificados, las dolorosas, las estaciones de penitencia, los pasos.

Para quien se sienta cofrade, mi deseo de que pase una buena Semana Santa. Para quien no, mi deseo de que pase una buena semana. Y para todos, mi deseo de que Carmona empiece a ser plural también en el ámbito de la religión. Para mi madre, gracias por plancharme la túnica.

2 comentarios:

Edwin dijo...

Estrimado Serrano: estas en un error el tema no es si tu y los de la comparsa creen en Dios sino si El cree en ustedes :D

Anónimo dijo...

Tu lo que tienes es un poquito de poca educación y de poca vergüenza.

Gracias a "Dios" que te alejastes de el mundo de las cofradias, por que contigo en ellas... muy mal camino llevarían.