No es lo mismo escribir para un periódico que hacerlo en la red. Echo un vistazo a los últimos posts y compruebo que mi weblog se está convirtiendo en eso, en un diario en la red. Escribo directamente, sin rodeos ni retoques, sin diccionario al lado. Así puedo escribir lo que siento de verdad.
Ayer paseé por Carmona. La Carmona de dentro de las murallas, de la que habla la historia y la que exhibe pornográficamente Martín Recio a los turistas del taco (como diría el Moranco más bajito y más regordete).
Estuve a punto de vomitar. Carmona parece más que nunca la Carmona de los señoritos. Un centro lleno de nuevas viejas casas, habitadas por los nuevos viejos señoritos, y de coches grandes de los nuevos viejos señoritos, y de nuevos viejos y viejos viejos señoritos en los bares de señoritos. Qué asco. El bando nacional disfruta de Carmona como si el tiempo no hubiera pasado. Aquí ganaron la guerra para siempre. Antes de la guerra, siglos antes, Carmona era suya y nunca ni por un momento republicano ha dejado de ser suya.
Y qué podemos hacer. No nos queda más remedio que vomitar o dejarles el campo libre. Es lo que buscan y lo que vienen intentando. Muchos carmoneneses tuvieron que exiliarse al extrarradio porque la especulación abusiva de los medradores del suelo en connivencia con las indecentes (sic) autoridades locales han hecho de oro el metro cuadrado del sitio en el que nacieron. Algunos, cuando los intereses familiares lo permiten, han conseguido resistir la presión robándole habitaciones a la casa de sus padres.
La derecha pobre, la rica, y los nuevos ricos que se han hecho conservadores, cohabitan en la Carmona histórica organizándose fiestas "locales" con el dinero de la saca común. Triduos, quinarios y conciertos "con mucha marcha"anuncian que los días grandes para los capillitas están al caer. Una primavera más (qué poético me he puesto) los alpinistas sociales, los vividores a costa de la Pasión de Jesús y a costa de la pasión de muchos desgraciaos ignorantes que confunden la nostalgia del continuo retorno con la devoción a una inexistente divinidad, esos vividores del 4 por 4 y de tres al cuarto (esta expresión es de columna de El Páis), y del taco (algunos) van a ser que reniegue un poco más de esta Carmona conservadora en la que mi madre me parió. Mamá, ¿por qué me hiciste eso?
Ayer paseé por Carmona. La Carmona de dentro de las murallas, de la que habla la historia y la que exhibe pornográficamente Martín Recio a los turistas del taco (como diría el Moranco más bajito y más regordete).
Estuve a punto de vomitar. Carmona parece más que nunca la Carmona de los señoritos. Un centro lleno de nuevas viejas casas, habitadas por los nuevos viejos señoritos, y de coches grandes de los nuevos viejos señoritos, y de nuevos viejos y viejos viejos señoritos en los bares de señoritos. Qué asco. El bando nacional disfruta de Carmona como si el tiempo no hubiera pasado. Aquí ganaron la guerra para siempre. Antes de la guerra, siglos antes, Carmona era suya y nunca ni por un momento republicano ha dejado de ser suya.
Y qué podemos hacer. No nos queda más remedio que vomitar o dejarles el campo libre. Es lo que buscan y lo que vienen intentando. Muchos carmoneneses tuvieron que exiliarse al extrarradio porque la especulación abusiva de los medradores del suelo en connivencia con las indecentes (sic) autoridades locales han hecho de oro el metro cuadrado del sitio en el que nacieron. Algunos, cuando los intereses familiares lo permiten, han conseguido resistir la presión robándole habitaciones a la casa de sus padres.
La derecha pobre, la rica, y los nuevos ricos que se han hecho conservadores, cohabitan en la Carmona histórica organizándose fiestas "locales" con el dinero de la saca común. Triduos, quinarios y conciertos "con mucha marcha"anuncian que los días grandes para los capillitas están al caer. Una primavera más (qué poético me he puesto) los alpinistas sociales, los vividores a costa de la Pasión de Jesús y a costa de la pasión de muchos desgraciaos ignorantes que confunden la nostalgia del continuo retorno con la devoción a una inexistente divinidad, esos vividores del 4 por 4 y de tres al cuarto (esta expresión es de columna de El Páis), y del taco (algunos) van a ser que reniegue un poco más de esta Carmona conservadora en la que mi madre me parió. Mamá, ¿por qué me hiciste eso?
1 comentario:
Lo primero que hace la derecha cuando tiene unos eurodolares, es comprar el pasado; hipotecar el futuro y perpetuar la estafa de una redencion que pasa por la madera y el yeso (y ciertamente es muy turistica. Habria que ver que dice el Decalogo en su primer punto....) Consuelate, que aqui lo unico que cambia es la moneda.
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