Ser columnista de un periódico de pueblo es duro. No lo digo por los sacrificios temporales (los ratos perdidos de televisión redactando cada uno de los 37 artículos que he publicado hasta ahora) ni por los económicos (33´30 euros de los 37 ejemplares de periódico comprados a 0´90 céntimos cada uno). Ser columnista de pueblo es duro porque tienes la sensación de que nada de lo que dices se tiene en cuenta, ni siquiera lo importante (que algo habrá).
El 27 de noviembre de 2003, en mi artículo “Injusticia Social” solicité a nuestro Alcalde resaltes (partes que sobresalen en el firme de las calles para provocar la reducción de velocidad de los vehículos) para las barriadas periféricas. Escribí: “en Carmona, el Ayuntamiento comunista practica la injusticia social: parece no apreciar de igual manera las vidas de todos los transeúntes carmonenses. Me refiero a la incuestionable arbitrariedad consistorial consumada en la colocación de resaltes. Fue hiriente observar cómo durante meses solo estuvieran instalados en las inmediaciones del club de tenis situado en el Polígono “El Pilero” (también defiendo la defensa de la integridad física de los tenistas) Y es doloroso comprobar que ahora se hayan dotado a las zonas “céntricas” desatendiendo por completo la urgente necesidad de regular la velocidad de los vehículos en determinadas zonas periféricas en las que puede haber menor número de transeúntes pero, sin duda, mayor probabilidad de ser atropellado. Alcalde, ¿por qué siguen sin colocarse resaltes en avenidas del extrarradio que vienen siendo escenarios de frecuentes accidentes de tráfico?”
La respuesta a mi petición me llega tarde tras tarde cuando paseo por la llamada zona de la Alcantarilla. Pasear por la Carmona del centro puede llegar a ser un placer, hacerlo por determinadas zonas del extrarradio puede convertirse en “un paseo por el actual Iraq”. Motos y coches a gran velocidad, incluso en competición, circulan a su antojo sin más limitación en la velocidad que la que imponen los caballos del motor.
Mi indignación es mayor cuando la dejadez del Gobierno Local con la periferia se combina con la diligente gestión de salvaguarda en zonas del casco histórico como la calle Parra (Juan de Ortega, calle está cada vez más llena de nuevas grandes casas, casualmente) donde sí se colocan los resaltes.
No soy pájaro de mal agüero, pero habría que poner solución a las carreras de estos jóvenes pilotos suicidas antes de que ocurra la primera desgracia. Los resaltes, amplios resaltes pueden ser una primera medida, no única. No me gustaría tener que escribir: ya lo avisé.
www.garciaserrano.es.vg
(Un beso para mi mujer, mi más fiel lectora, que me dirá al finalizar la lectura de este artículo: está muy bien. Gracias por tus mentiras piadosas)
VIRGEN DE GRACIA
Hace 3 semanas
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