8.1.04

Efecto colateral de la Botellona.

Siempre he pensado que Carmona es más de los ricos que de los pobres. El rico hereda la cultura de la buena vida almacenada a lo largo de miles de años. El pobre desheredado deambula hoy ante la puerta de los restaurantes de lujo y de los grandes hoteles como en siglos pasados lo hacía frente a las grandes casas palaciegas.
Sin embargo, el siglo XX produjo un hecho social que trastoca los ámbitos de ocio: la Botellona. Pijos y harapientos, chalecos de Lacoste y camisas “de los baratos” conviven juntos (que no revueltos) en las zonas de tumulto juvenil nocturno. Una auténtica jungla de cristal (de botellas). Democracia alcohólica. Este es el único aspecto positivo que puedo extraer de la Botellona; pero no quiero democracia de alcohol y drogas: no son buenos compañeros. Detesto la cultura del beber para hablar. Me gusta hablar por hablar. Aristóteles denominó al hombre animal social (¿gracias al alcohol?).

Un lector damnificado de la Botellona me solicita por mail que exponga su situación. “1. Desde hace años venimos soportando cada fin de semana la estrepitosa aglomeración de personas jóvenes (la Botellona) que disfrutan del tiempo de ocio del que disponen en el fin de semana reuniéndose en nuestras calles, junto a nuestras ventanas y balcones, para celebrar auténticas “macrofiestas callejeras” a altas horas de la madrugada en las que ríen, gritan y cantan a la vez que consumen grandes cantidades de licores fuertes y drogas, hasta alcanzar “la borrachera”, y todo ello, acompañado de la estruendosa música que parte de los potentes equipos musicales de sus vehículos. 2. Hemos solicitado directamente a los y las jóvenes que se marchen a otro sitio en donde no molesten y no nos hacen caso. 3. Reiteradamente, cada fin de semana, hemos llamado a la policía local. Ésta se persona en el lugar de la “movida”, solicita a los y las jóvenes que desistan de su actitud y que respeten la armonía social propia de la madrugada. Los y las jóvenes hacen como que van a cumplir con lo ordenado por los miembros de la policía, pero cuando éstos cogen el coche y desaparecen, los y las jóvenes vuelven a sus andadas, retomando la fiesta su anterior intensidad y ruido.4. Debido al mencionado ensordecedor ruido provocado por los y las jóvenes, nos es imposible dormir. Por tanto, se nos impide poder descansar, dándose la circunstancia de que muchos vecinos afectados tenemos que trabajar los sábados y domingos”.

Duro enfrentamiento entre derechos ciudadanos: ocio y descanso. ¿Se emprenderán medidas realmente efectivas contra este efecto colateral de la Botellona?

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