El mañana ha de escribirse con rectitud y generosidad, sin rastros vetustos que lo impurifiquen. Y no hay que tenerle miedo. Quien se lo tenga y prefiera seguir atado al pretérito, que se quede en tierra. Los demás, libre y ligeros de equipaje, como los hijos de la mar, a embarcar y a embarcarse. A corazón abierto. A cuerpo limpio. Avanzando hacia la mejor propiedad que es el futuro.
de A. Gala.
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