¡Oro! ¡Amarillo, brillante, precioso oro!
¡No, dioses, no hago votos en vano, sino con fundamentos!
Un poco de oro bastaría para volver blanco al negro;
bello al feo; justo al injusto; noble al infame;
joven al viejo, valiente al cobarde.
¡Ven! Polvo maldito, ramera del mundo,
que siembra la discordia entre los pueblos.
William Shakespeare, Timón de Atenas, acto IV, escena 3.
LA REBEQUITA, SAN PEDRO Y GAMERO
Hace 1 hora
1 comentario:
CAMPEONESSSSSSSSSSSSS, CAMPEONESSSSSSS..OÉ, OÉ, OÉ!!!!!!!!!!
Publicar un comentario