Ya estamos aquí, ya hemos llegao. ZIIIIIUUUUMMMMMM! PUUMM! Que nos hemos hartao de comé, de bebé, de cantá y de bailá, y de lo otro... de lo otro que evidentemente es rezar y llorar por la Blanca Paloma. Otra llegada apoteósica de los juerguistas de las marismas.
La Blanca Paloma estará negra de tanto vaivén cada lunes del Rocío... entre arenas, sol y flores. Pero ellos, los peregrinos de las palmas y la copita cogen la excusa de la devoción para montarselo de escándalo.
Los rocieros que nacieron en esta ciudad y que se juntan para ir a el Rocío, deben coger sus cohetes, sus carriolas, sus caballos, sus botas, sus sombreros, sus juergas, sus polvos del camino, sus plegarias, sus cantes, sus rezos... y metérselo todo, todo, todo por el ano.
Yo no me referiría a aficiones ajenas si no fuera porque esta afición folklórica a cada partida o vuelta toca las narices ciudadanas de miles de carmonenses que estamos afincados en el laicismo y en el trabajo. Y el Alcalde sigue sin hacer cumplir la ordenaza por la "convicencia".
Mira que lo intento, pero no me motiva la Blanca Paloma, no me motiva en absoluto. (Maríaaaaaa!, traeme otra copita de manzanillaaaaaa!)
1 comentario:
Si tu hubieras sufirdo lo que hemos tenido que aguantar en la capital. Y si te cuento lo de mi jefa, la santa, en Aznalcazar, te quedas de piedra.
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