La libertad de un individuo limita justo en la frontera con la libertad de otro individuo. Si dentro de un horario reconocido como normal de descanso, un individuo quiere dormir y no le dejan evitables causas provocadas arbitrariamente por otro u otros individuos, podemos denunciar el hecho, partiendo de la premisa anteriormente enunciada, como de trasgresión del derecho a la libertad de uno, en detrimento de la libertad del otro.
Y esto es lo que viene sucediendo sin solución de continuidad desde hace años con las partidas y llegadas de las expediciones rocieras de unos pocos cientos de ciudadanos ultrarreligiosos carmonenses. Ya está bien de, enarbolando la bandera de la fe y la devoción, interferir desagradable y gratuitamente en la cotidianidad de quienes nos quedamos en tierra.
Si la Constitución reconoce la libertad religiosa y de culto de los españoles, no es menos cierto que añade: “sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. (Art. 15).
El respeto a los derechos de los demás, uno de los pilares fundamentales de la armonía social, debería ser considerado tanto o más que el ritual tradicionalista con el que unas decenas de carmonenses propagan “a bombo y cohetetillo” su fe y devoción a la Blanca Paloma de Almonte.
¿Sería mucho pedir que dejaran de tirar cohetes tan intempestivos? ¿Acaso su amor mariano y peregrino no despertaría a tan tempranas horas sin esos estruendos?
Sr. Alcalde, le recuerdo que la ordenanza del civismo y la convivencia en su art. 11 señala que “en las fiestas populares y espectáculos públicos, deberá respetarse el horario establecido en cada caso”. ¿Las 7 de la mañana del lunes no le parece una hora más que respetable en la vida de los ciudadanos no rocieros de Carmona?
ESTO LO ARREGLABA YO EN DOS DÍAS
Hace 6 días
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